Además, aseguran que estas actividades incluyen venta ambulante ilegal, consumo de alcohol, asados y hasta amenazas de cometer delitos si se les prohíbe actuar sin restricciones. Este panorama, dicen, generó un ambiente de tensión en la zona.

El parque, concebido como un espacio para el esparcimiento y la recreación, no debería funcionar, según los vecinos, como un centro comercial, un escenario de espectáculos ni un lugar para manteros. En este sentido, remarcan que las veredas, los baños del parque, del hospital de Niños y las ramblas no son sitios destinados a la venta. Por ello, proponen que quienes deseen comercializar lo hagan en espacios habilitados o alquilando locales, asumiendo las responsabilidades que cualquier comerciante debe cumplir.

Cansados de lo que describen como años de abuso por parte de quienes “nos chupan la sangre y nos ventajean”, los vecinos exigen el cumplimiento de las normativas vigentes. La comunidad, que sostiene el espacio con sus impuestos, pide recuperar el parque como un lugar de encuentro y no como un escenario de desmanes que, según denuncian, deteriora el entorno donde viven.