La historia viviente
Exclusivo de NOVA: Capítulo 4

El exilio forzado de Cacho Castro y su hijo durante la Revolución Libertadora (fusiladora) en Argentina

A la izquierda, Oscar Bidegain, en el medio Isabelino Bernechea y a la derecha Cacho Castro padre.

Por Alejandro Casalongue, de la redacción de NOVA

En un relato que atraviesa generaciones, Cacho Castro padre e hijo vivieron en carne propia la persecución y el exilio forzado durante la Dictadura Militar de 1955 en Argentina.

La Revolución Libertadora fue un movimiento cívico-militar que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón el 16 de septiembre de 1955. Este fue un contexto de represión y violencia, donde los dos fueron objeto de vigilancia y amenazas por sus vínculos con el peronismo y su militancia política.

Ya desde un tiempo atrás, los peronistas venían viviendo una feroz persecución, al igual que aquellos vinculados al movimiento social y político que había liderado el entonces presidente.

Cacho Castro padre, un hombre de carácter y fuerte presencia social, se encontraba entre los más perseguidos. A pesar de su formación militar en el ejército, trabajaba en distintas áreas, como en el Hipódromo, donde era inspector de caballeriza. Su capacidad para movilizar a la gente, su liderazgo y su carisma lo convirtieron en una figura de importancia dentro de la militancia peronista.

La represión del momento no discriminaba entre hombres y mujeres, y aunque había militancia femenina en ese entonces, su representación era casi inexistente hasta que figuras como Eva Perón marcaron un hito en la política argentina.

El levantamiento de Valle fue una acción peronista cívico-militar liderada por el general de división Juan José Valle el 9 de junio de 1956, con el objetivo de derrocar a la dictadura autodenominada Revolución Libertadora.

En este contexto, la persecución política vivió una primera etapa desde ese mismo año, cuando, a partir esta Revolución, comenzó a manifestarse de manera más abierta. A partir de ese momento, y con intermitencias, la familia Castro experimentó un patrón constante de hostigamiento.

Por ejemplo, todos los 19 de noviembre, Cacho padre e Isabelino Bernechea debían presentarse en la comisaría 1ª de La Plata hasta que el presidente se fuera de la ciudad. Esta rutina estaba vinculada a la conmemoración anual del Día de la Ciudad de La Plata, cuando el presidente visitaba la ciudad para una cena en el Jockey Club de La Plata.

Mientras tanto, los miembros de la familia Castro, muy involucrados en el peronismo, se vieron obligados a abandonar La Plata, su ciudad natal, para escapar de las autoridades que los buscaban.

Desde La Plata, la familia se trasladó a Avellaneda, luego a Villa Tranquila, un barrio del partido de Avellaneda. Posteriormente, continuaron su camino hacia Zárate y Campana, donde tenían varios parientes.

Desde allí, llegaron a Rosario, en la provincia de Santa Fe, y fue en ese momento cuando Cacho Castro, el padre, cruzó el río Paraná en una lancha hacia Carmelo, en Uruguay. Estas lanchas eran utilizadas por peronistas que vivían en otras localidades.

Luego se dirigieron a Montevideo, donde había una considerable comunidad peronista. En la capital uruguaya, Cacho Castro padre se dedicaba al contrabando de artículos como cajitas de máquinas de afeitar Gillette, pilas, lapiceras, camisas, entre otros.

Con el inicio de las elecciones de 1957, la familia regresó a Rosario, con Cacho Castro padre, su esposa, que estaba embarazada, y su hijo. Siempre contaron con la protección de militantes peronistas de base. Permanecieron en esta situación hasta 1958, cuando asumió el gobierno de Frondizi, momento en el que los peronistas regresaron a La Plata.

Durante el exilio, Cacho Castro padre y su familia vivieron bajo una constante amenaza. Los documentos falsificados eran la única opción para moverse y escapar del cerco represivo. Este período de su vida marcó una huella imborrable en la historia de la familia Castro y de muchas otras que, como ellos, fueron obligadas a huir para salvar sus vidas.

Las repercusiones de la dictadura se sintieron profundamente en la sociedad argentina, dejando cicatrices que perdurarían por décadas. Cacho Castro padre e hijo, a pesar del dolor y la huida, nunca dejaron de ser parte de la lucha por la justicia y la memoria histórica.

En el quinto informe te contaremos cómo fue el regreso de la familia Castro a La Plata, como recibieron el triunfo del peronismo y el regreso del General en la década del 70.

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