Perfiles urbanos
Exclusivo de NOVA: Capítulo 1

Julio Politano: La pasión por las carreras que desafió todas las adversidades

Molinos Hércules-Huracán de FAMACON S.A fue su auspiciante desde el principio de su carrera.
El casco que le regaló su esposa y con el que corrió todas sus carreras. 
Todos los trofeos que gano julio en el automovilismo, te iremos contando todo capitulo a capitulo.

Por Alejandro Casalongue, de la redación de NOVA

La vida de Julio Politano, oriundo del barrio Mondongo de La Plata, está marcada por una serie de giros inesperados que lo llevaron a encontrar su verdadera pasión: el automovilismo. Su historia es un testimonio de resiliencia y determinación frente a la adversidad.

En un giro desafortunado, Julio se quedó sin trabajo y decidió buscar nuevas oportunidades en la estación de servicio Shell de 7 y 45, donde su vecino era el encargado. Sin embargo, un obstáculo inesperado se interponía en su camino: no había terminado el secundario. Esa experiencia fue un despertar. En lugar de rendirse, se inscribió para completar sus estudios y logró finalizar la secundaria en 1997, el mismo año en que se casó.

La vida no fue fácil para Julio, recuerda que, en el sorteo del Servicio Militar Obligatorio (año 1986), le tocó el número 983, lo que lo llevó a cumplir con el servicio militar en momentos de los dos alzamientos militares “Caras Pintadas” y por ser chofer de unos de los vehículos del Regimiento debió transportar a los efectivos en sendos alzamientos, teniendo que cumplir casi 17 meses de servicio.

En esos momentos, su padre, Francisco “Tano” Politano, un reconocido piloto de T.C. y dirigente de la ACTC, enfrentaba problemas judiciales que lo llevaron a perder su licencia para correr en el Turismo Carretera, en la misma época que a Julio le otorgaban su licencia de piloto provisoria para comenzar a participar en el T.C.

Esto dejó a Julio sin auto y sin un mentor en las pistas, forzándolo a cambiar su enfoque al fútbol, un sueño que paradójicamente había postergado para ayudar a su padre en la preparación de los autos de competición, pero cuando tenía todo arreglado para ser contratado por el Cosenza Calcio, un club de la Serie B del fútbol italiano oriundo de la Provincia donde nació su padre, rápidamente se desvaneció debido a un problema de salud, bullas pleurales en el pulmón derecho, lo dejaron sin el sueño de jugar en Italia y dejar en el pasado todos los malos recuerdos.

El destino tenía otros planes para él. En 1998, Julio y su esposa viajaron a Miami, donde la vida le daría un nuevo giro. Mientras exploraban vidrieras como cualquier turista, su esposa sale de un comercio deportivo y lo sorprende al regalarle un buzo antiflama, un casco y el par de guantes y botas antiflama, animándolo a intentar cumplir con ese objetivo pendiente que era correr en autos.

El punto de inflexión llegó de manera inesperada. Mientras se apresuraba para asistir al casamiento de su mejor amigo, tuvo un accidente que lo dejó inconsciente y lo llevó al hospital, además de perder su auto.

Después de la recuperación decidió hablar con su padre para revivir su pasión por las carreras, pero el camino no fue sencillo. A pesar de los esfuerzos por armar un auto, la primera prueba en las pistas resultó fallida.

A pesar de la adversidad y ya solamente con un puñado de amigos que lo secundaban, intentó de nuevo cumplir su objetivo de largar y terminar una carrera en el T.C. Rioplatense, categoría que desarrollaba su actividad en distintos autódromos de la Pcia. de Bs. As. tales como La Plata, Capital Federal, Mar de Ajó, Olavarría, 9 de Julio, etc.

El camino de regreso a las pistas no estuvo exento de desafíos. En su primer intento en el autódromo, una pieza del motor se rompió, y pasaron varios meses antes de que pudiera volver a intentarlo. Fue al año siguiente, después de varias pruebas y contratiempos, logró hacer otra prueba que también terminó con el motor roto, el propio aceite producto de la rotura del motor le hizo hacer un semi trompo y terminó siendo chocado por otro auto.

Pero Julio no se rindió, pasó un nuevo año que se convirtió en el tercer intento y fue la vencida, no solo logró terminar la carrera, sino que lo hizo en el 9no. lugar entre casi medio centenar de competidores participantes.

Su viaje, desde el barrio Mondongo hasta las pistas de carreras, es un claro recordatorio de que, a veces, los mayores logros surgen de las caídas.

Este relato continuará, y lo iremos desarrollando semana a semana en NOVA, en nuestra edición de los domingos para deleite de todos los fanáticos de mundo de los fierreros.

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