El advenimiento de la Revolución Libertadora: el exilio de Toto Bianchi y su persecución por su identidad peronista
Por Alejandro Casalongue, de la redacción de NOVA.
En el año 1955 luego del derrocamiento de Juan Domingo Perón, los militares se llevaban cualquier objeto que estuviese relacionado al peronismo, porque estaba prohibido, por eso la gente quemaba las fotos y los recuerdos suyos.
Era tanto el miedo, a tal punto que los peronistas lo único que tenían para identificarse entre compañeros era una florcita que significaba “no me olvides”. En ese mismo año, al ensenadense Manuel “Toto” Bianchi se lo llevaron preso, al destacamento de la policía que está en 1 y 60 de la ciudad de La Plata, lugar donde iban a fusilarlo.
Pero todo dio un giro de 180 grados, porque la policía lo ayudó a escaparse, ¿Cómo puede ser, te preguntarás?, porque los uniformados eran todos peronistas, no tenían nada que ver con los militares golpistas en aquel entonces.
Cuando Toto se escapa, lo llevan a Buenos Aires, donde tenía el teatro su gran amigo José “Pepitito” Marrone, el histórico humorista argentino. Pero claro, ya habían avisado desde La Plata que se habían escapado dos sujetos de 1 y 60: Bianchi de acompañante, y un compañero suyo que manejaba un auto.
Como dato de color, cabe destacar que Toto y Pepitito, habían cultivado una gran amistad, ya que el cómico, había convivido algún tiempo en una pensión en Ensenada, una anécdota que muy pocos conocen.
Yendo para Buenos Aires, pasando por Florencio Varela, a Toto, y a quien oficiaba de chofer, los paran los policías en la calle, y les piden su documentación. Hay que recordar que Toto Bianchi era un prófugo, y que todo aquel que no poseía identificación, lo metían preso y si averiguaban que tenía algo que ver con el peronismo, lo fusilaban, torturaban o desaparecían.
Todo esto sucedió con el derrocamiento de Juan Domingo Perón, por parte de la Revolución Libertadora, un grupo de militares y civiles, encabezados por los generales Eduardo Lonardi, Pedro Eugenio Aramburu, y el almirante Isaac Rojas.
En ese tenso momento, lo que Bianchi le contestó al policía fue que no llevaba consigo su documentación, a lo que el uniformado prosiguió a preguntarle su nombre (era intensamente buscado), y Toto podría haber mentido sobre su identidad, pero se paró y con la frente en alto y la voz firme, le dijo: ¡SOY MANUEL BIANCHI!.
Al policía lejos de hacer lo que le habían ordenado, que sería detenerlo y fusilarlo, se le pusieron los ojos llorosos, y al reconocer al dirigente peronista ensenadense, alzó su pecho, colocó su mano sobre su sien, le hizo una v de venia y le contestó: ¡VIVA PERÓN! y lo dejó ir, para que llegue a su destino, el teatro del gran José "Pepitito" Marrone, donde él lo refugió de la Revolución Libertadora.
A la hora de hacer su show de humor, estaba Toto sentado con su amigo en las butacas del lugar, como un espéctador más y Pepitito decía jocosamente: “Imagínate que a estos dos los está buscando intensamente la policía”.
Mientras protagonizaba su show de humor, Pepitito los señalaba a Bianchi y su amigo, y la gente lloraba de la risa sin saber que lamentablemente todo era cierto.
En el capítulo siguiente del próximo domingo, te contaremos en NOVA, cómo comenzó el largo destierro de Toto Bianchi, de Ensenada, su ciudad natal, hacia otros rumbos, para sobrevivir a los atropellos y aberraciones de los militares asesinos de la Revolución Libertadora.