El sindicalista platense que tuvo todo para ser campeón mundial: la fascinante vida de Juan Carlos Berón
Por Alejandro Casalongue, de la redacción de NOVA.
Juan Carlos Berón es un reconocido sindicalista platense, y militante peronista, referente de los conductores de taxi. Actualmente, tiene 58 años, es nacido en La Plata, en el Hospital Gutierrez, y criado en el famoso barrio de Villa Elvira.
Pero bueno, lo que vamos a contar a continuación, no tiene nada que ver con el sindicalismo, ni la política, sino con la su etapa como Boxeador Profesional, algo que pocos saben, pero hay mucha historia en este hombre.
Juan de pequeño a sus 13 años era un pibito muy miedoso, muy chiquito y muy escapado que ya tenia varios problemas familiares, pero uno en principal, que es el trampolín para que se lleve a cabo todo lo que vamos a contar a continuación, y era que vivía escapando de su padre, un hombre criado a la antigua, que los golpeaba mucho a sus hermanos, pero principalmente a él, nunca supo la razón, porque él no le había hecho nada, ya que solo era un niño. Cree que la causa tiene que ver porque era el preferido y la adoración de su madre.
La violencia era tanta, que llegó hasta el punto que su madre tuvo que llevarlo a vivir con su abuela, por miedo a que su padre lo mate. A Carlos no le gustaba el boxeo, ni golpearse con nadie y mucho menos la violencia, pero él quería aprender a pelear por la única razón de defenderse de su padre.
Un día llegó a una juntada un amigo de su barrio, llamado Hector “El Peloduro” Silva, y los invito a él y a sus amigos a ir al Club Atenas para aprender boxeo, luego de dudarlo varios días, accedió con la condición de no pelear, solamente defenderse.
Entonces así inició todo donde arrancó a entrenar, para luego pasar a el Club Variadores, club de donde salieron boxeadores como, Omar Adolfo Rossi, que es quien le ganó y le quitó el invito al reconocido campeón Juan Martín “ Látigo” Coggi, también Hugo Alfredo Luero y Héctor Luis Patri.
Y bueno, como en todos los aspectos de la vida, a uno le va gustando poco a poco lo que va haciendo, de esa manera empezó a tomarse con más ganas el boxeo, Juan desde muy pequeño, a sus 12 años, trabajaba en una gomería ubicada en Plaza Rocha, donde despacito sin darse cuenta iba agarrando una fuerza que no era natural de un niño de su edad.
Juan Carlos nunca se drogó, ni tomó alcohol, a pesar de estar tanto tiempo en la calle y que en su ambiente había de todo un poco, él ya había marcado entre ceja y ceja un objetivo, e iba meta por meta para lograrlo.
Un poco más tarde, por allá a sus 15 años, al entrenar tanto, gustarle, y salirle e aprender todo tan rapido, decidió acceder a realizar su primera pelea amateur. De esta manera, llegó a tener 46 peleas, en donde logró ganar en distintas ciudades como en Buenos Aires, Dolores, San Pedro, Carlos Casares, Trenque Lauquen y otras más.
De la misma manera que le salía todo bien y dio el paso a ser amateur, tras viajar tanto y ganar tantas peleas, por nocaut en el primer round, decidió apretar el acelerador y poner quinta a fondo, haciéndose boxeador profesional a sus 20 años.
Como sería la cosa, que en la Federación Argentina de Box, se les realizaba a los boxeadores amateur una prueba boxística que tenían que pasar para hacerse profesionales, y cuando el llegó el presidente le dijo: “Me imagino que venís a hacerte profesional, Berón”, y solo bastaron unas palabras y unas miradas para hacerse reconocido, eran tantas las condiciones que tenia que ni le hicieron prueba.
Llegó el momento tan esperado, debutó como profesional, con mucha incógnita de lo que iba a pasar, y con un rival que ya tenía varias peleas realizadas: Juan se subió al ring, infló el pecho, pasaron por su mente de golpe miles de recuerdos como en una pelicula de Rocky, y logró vencer a su rival por nocaut en el primer round.
La historia siguió, nunca fue noqueado, realizó 17 peleas como profesional, llevándose 15 victorias, y dos dudosas derrotas, un récord de la puta madre, ¿no?
A pesar de estar en boca de todos, como el hijo de un humilde laburante, que pintaba a ser campeón del mundo, los golpes de la vida hicieron que su vida dé un giro de 180 grados, Juan se cansó de tener problemas, y que el dinero que le dejaba en ese momento el boxeo solamente le alcanzaba para pagar las deudas.
Acá es cuando todo cambia: a sus 22 años, en su mejor momento y apogeo deportivo, le salió la posibilidad de iniciar a trabajar en la Marina Mercante de YPF, y no quiso desaprovechar la oportunidad, ya que era entre elegir un trabajo seguro y una vida estable, o seguir a los golpes arriba del ring, donde si iba a poder lograr vivir de eso -o no- era una incógnita, no era nada seguro.
Juan se desarrolló en la categoría liviano, la cual su límite de peso es 61 kilos 237 gramos, -ahora hay muchas categorías-, pero antes eran, minimosca, mosca, pluma, liviano, medioliviano, mediomediano (categoría en la que peleaba Monzón), medio pesado y pesado.
Juan tuvo todo para ser campeón del mundo, pero, ¿Qué se le puede juzgar a un chico que venía del barrio y de la violencia?. Nadie es perfecto, si la vida viniese con un manual de instrucciones todos seriamos exitosos, ¿No?
Luego de contarnos esta hermosa historia, Juan se mostró molesto con el boxeo actual: “Deja mucho que desear, a los promotores lo único que les importa es ganar dinero, les hacen contrato por dos mangos a los boxeadores y ellos ganan millones”, comentó a NOVA.
“El boxeo le cambia la vida a los pibes de barrio, como todo deporte en general, los chicos en los clubes sienten que tienen una segunda casa, los jóvenes que tienen muchos problemas usan el club como una especie de catarsis”, finalizó el sindicalista, que un día fue un gran boxeador.
Juan Carlos Berón la pelea día a día, para él, la vida siempre fue un ring, ya sea como boxeador, trabajador de YPF, taxista o conductor de un gremio. Hay que calzarse los guantes y esperar la ovación o la desaprobación del público. De eso se trata. ¿Verdad?