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Escracharon al cura Roberto Giménez acusado de abuso sexual y corrupción de menores

Organizaciones sociales, feministas y de Derechos Humanos realizaron un escrache y movilización en el Hospital San Juan de Dios.

“Ésta es la primera vez que lo vuelvo a ver después de lo que pasó. Pensé que estaba muerto que alguna justicia divina, si es que existe, había actuado. Nunca pensé que estaba vivo, menos ejerciendo como cura”, aseguró Carla Rosbech, en diálogo con NOVA. Ella, junto a Julieta Añazco denuncia haber sido abusada por el cura Roberto Giménez cuando era menor de edad.

Este jueves organizaciones sociales, feministas y de Derechos Humanos realizaron un escrache y movilización en el Hospital San Juan de Dios donde se desempeña como sacerdote Giménez. Los manifestantes lograron ingresar a la capilla donde pudieron encontrarse cara a cara con el párroco, quien desmintió las acusaciones: “A mí me absolvió un juez, lo que dicen es una calumnia. Yo me arrepiento de todos mis pecados de mi vida pasada”.

Giménez estuvo detenido en 1997 acusado de abuso a ocho menores. En ese entonces el juez Caputo Tártara desestimó la solicitud de excarcelación y pasó a manos de juez César Melazo, quien hizo lugar a la presentación. De esta forma, el expediente llegó a la Cámara Penal de Apelaciones platense y con la firma de los doctores Raúl Delbés y Horacio Piombo se concedió el pedido bajo caución juratoria.

“Esto pasó en el ’81. Yo tenía 11 años de edad y asistí a uno de los campamentos que organizaba. Él era sacerdote de la Capilla de Gonnet y después de City Bell ahí abusaba de nosotras. Lo pude contar por primera vez a los 18 años pero ya no lo podía denunciar y una jueza nos dijo que ya había pasado el tiempo”, relató Julieta Añazco, otra de las víctimas.

“Ya que no puedo hacer la denuncia, lo primero que pensé es que la gente lo sepa. Pasaron tantos años y me gustaría que no vuelva a suceder que por lo menos no esté dando misa, que no esté cerca de un chico en un hospital donde asiste tanta gente”, reclamó Carla.

Entre gritos y reclamos las víctimas descargaron sus acusaciones mientras el sacerdote se mantuvo quieto y casi sin pronunciar palabas. “Vamos a volver hasta que no puedas estar más frente a una misa”, finalizaron.

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